Atrás Entrevista en La Voz de Galicia a Paula Grau, fiscala delegada autonómica de Seguridad Vial de Galicia: “No hay reparación posible cuando un conductor borracho causa una muerte”

03 de mayo de 2022

Entrevista en La Voz de Galicia a Paula Grau, fiscala delegada autonómica de Seguridad Vial de Galicia: “No hay reparación posible cuando un conductor borracho causa una muerte”

Texto: José Manuel Pan
Foto: Óscar Vázquez


«Que un accidente a las puertas del Parlamento gallego tenga el mismo trato legal y jurídico que el ocurrido en la última carretera rural de Galicia». Ese es uno de los objetivos de Paula Grau López (Ponteareas, 1968), la nueva fiscala delegada de Seguridad Vial de Galicia, que sucede en el cargo a Carlos Gil, recientemente jubilado y que fue el primer fiscal que ocupó ese cargo a nivel autonómico. «Me corresponde coordinar y homogeneizar las actuaciones de los fiscales en materia de seguridad vial para que todos apliquemos las normas de la misma manera», explica antes de destacar otro gran reto en su trabajo: «Me gustaría que los perjudicados por un delito de seguridad vial se sintieran más amparados, que sepan que nosotros, los fiscales, estamos ahí, que pueden hablar con nosotros».

¿No están amparados ahora?

Sí lo están, pero queda mucho camino por andar. Tenemos que establecer algún cauce para que los perjudicados por un delito cometido por un conductor que iba borracho o drogado sepan que pueden dirigirse a nosotros, que nos expliquen lo que esperan del juicio, lo que les gustaría que se ponga de manifiesto. Y si quieren saberlo, explicarles por qué hacemos una determinada calificación fiscal.

Supongo que es difícil satisfacer a una víctima de un conductor borracho.

Desde el punto de vista profesional, el de seguridad vial es un delito que suele generar insatisfacción en las partes. A la persona que acusas le parece que la pena que pides es desmesurada porque se trata de un accidente de tráfico, porque es un padre de familia, buena persona... Pero al otro lado están los perjudicados, y a ellos siempre les parecerá poca pena, porque ese accidente les ha cambiado la vida entera. El perjudicado sufre siempre un cambio brutal. Y no solo en los casos de muerte, también cuando una persona pierde un brazo. Le cambia toda su vida.

¿Cómo se afronta eso?

He ido a juicios con fallecidos de tráfico y para el acusado la calificación fiscal era brutal, pero para los perjudicados era mínima. Comprendo que no hay reparación posible cuando alguien mata a una familia porque va borracho en el coche. Las familias necesitan que alguien les diga alto y claro que eso es un delito, que no es un conductor que cometió un error.

El alcohol es un problema grave en el tráfico gallego, ¿verdad?

Es un problema general, no solo de Galicia. Pero es un problema mucho más grave de lo que la gente pueda creer. Hay que tener muy claro que se puede salir de cena y se puede beber, pero lo que no se puede hacer es conducir después de haber bebido alcohol. Porque las consecuencias de un accidente causado por el alcohol son terribles, y hay que vivir con ellas para siempre.

Y ya no hay marcha atrás.

Me gustaría transmitir como mensaje que el conductor al que paran en un control y da positivo y tiene una condena por alcoholemia, ha tenido mucha suerte. Ha tenido la mayor suerte de su vida. Tiene que tener claro que mucha otra gente da positivo tras haber causado un accidente con consecuencias terribles.

Esa es la pena personal.

Las penas son altas para quien causa una muerte conduciendo borracho, pero además hay que vivir con eso encima. Todos podemos causar un accidente, y por eso tenemos una responsabilidad, que es no haber bebido alcohol, ir atento al volante, llevar los neumáticos en buenas condiciones, haber pasado la ITV... Puedes cometer una imprudencia, pero cómo vives si sabes que has causado una muerte sabiendo que podías haberla evitado si no hubieses bebido o si no hubieses ido a 100 por una zona urbana.

¿Queda mucho por hacer?

Se ha avanzado muchísimo. Ahora todos sabemos que si bebes alcohol y conduces estás haciendo algo malo. Hace veinte años eso no estaba tan claro. Creo que hay un convencimiento social de que beber y conducir está mal, pero ahora nos queda dar el paso siguiente: no hacerlo nunca.

¿Cómo se da ese paso?

Hay que pedir un esfuerzo más, que cuando vayas a cenar con los amigos le digas al que ha bebido que no coja el coche. Si tomas dos cañas puede que llegues a pensar en coger un taxi, pero si has tomado tres vinos y dos copas ya no controlas. Ya crees que puedes conducir.

«El consumo de drogas está muy extendido entre los conductores»

Paula Grau lleva diez años en la especialidad de seguridad vial desde la Fiscalía de Vigo, y conoce bien las singularidades de la siniestralidad en Galicia.

Galicia es un sitio distinto, ¿también en cuestiones de tráfico?

Galicia tiene la peculiaridad de la dispersión de la población. Por eso el tráfico interurbano es superior al de otros territorios. Las grandes ciudades tienen una zona de influencia muy amplia. Puedes trabajar en Vigo y vivir en Baiona, y llevar a los niños al colegio en el coche. Nuestro problema es cómo mover a la gente en trayectos largos y menos cubiertos por el transporte público.

¿Por eso hay más siniestros?

En Galicia la siniestralidad es un poco mayor en las vías interurbanas, y eso tiene una consecuencia en la gravedad de los accidentes, porque la velocidad es más alta.

¿Ha aumentado el consumo de drogas entre los conductores?

El consumo de drogas está muy extendido y no tenemos una idea real de la dimensión del problema. Se hacen menos pruebas de drogas porque son más complejas que las de alcohol, pero es muy alto el índice de conductores fallecidos que habían consumido. Es evidente que hay una bolsa de conductores que se drogan y que no se conoce.

En el tráfico hay una alta reincidencia en el delito.

Hay dos tipos de reincidentes. El que es consciente de lo que hace y reincide en esto como en otros delitos porque le da todo igual. Y la persona aparentemente normal, con una vida estructurada, que da positivo un día en un control de alcohol y le retiran el carné ocho meses. Los primeros días no conduce, pero a la semana ya coge el coche para ir a por el pan, otro día porque hay que ir a la farmacia, y al mes está conduciendo como si nunca le hubieran quitado el carné. Hasta que lo paran y lo vuelven a condenar.

 

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