ABC entrevista a Carmen Eiró Bouza, Fiscal de Medio Ambiente en Galicia
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ABC entrevista a Carmen Eiró Bouza, Fiscal de Medio Ambiente en Galicia
El monte ardió sobre
todo por descuidos y causas naturales.
Periodista: Jesús Hierro ABC Ourense
Fotógrafo: Miguel Muñiz
El pasado 14 de julio se inició un incendio en Carballeda de Valdeorras (Oren- se) que acabó calcinando 10.500 hectáreas. Un juzgado de Verín dio carpetazo a la vía penal tras comprobarse que lo había originado una tormenta eléctrica. Las razones del gran incendio que, a principios de agosto, mantuvo en vilo a la comarca del Barbanza (La Coruña), hay que buscarlas en una chimenea. La mayor parte de los incendios que asolaron este verano Galicia, como suele ser habitual, «se produjeron por causas naturales o por acción del hombre en la realización de trabajos agrícolas».
La afirmación entrecomillada es de la fiscal de Medio Ambiente de Galicia, Carmen Eiró. «Decir que la mayoría de los incendios son intencionados me parece una afirmación que no tiene sustento probatorio», afirma la fiscal oren- sana en una entrevista con ABC. Suele ser la tónica habitual, pero este 2022, en el que se han disparado el número de hectáreas arrasadas respecto al año pasado, más todavía. «Lo de los factores naturales este año era muy evidente. La sequía, unida al abandono del rural, a la ordenación del territorio que tenemos en Galicia... todo esto es un cóctel explosivo», ahonda Eiró. Son los incendios de ‘sexta generación’, muy virulentos, y cuyas llamas alcanzan, y pueden superar, los 30 metros de altura.
Lo que ocurre en Orense, arrasada cada verano por las llamas, «no tiene parangón» con otras provincias gallegas y españolas. No hay una explicación «concreta y determinada», concluye Eiró, pero apunta a un cúmulo de circunstancias, como el abandono del rural, el envejecimiento y la «cultura del fuego», de usarlo para limpiar el monte. «En algunos sectores no se ve el fuego como un mal», añade. El fuego a menudo destruye pruebas, dificultando la identificación de los autores. Pero la criba anterior, es decir, discernir si hubo intencionalidad en un incendio provocado por el hombre, «se puede determinar perfectamente», explica la fiscal. «Y hay muchísimos incendios por imprudencia».
La memoria de la Fiscalía General del Estado (FGE) del año pasado —que recopila datos de 2020— concluye, para el global de España, que la mayoría de fuegos están relacionados con quemas agrícolas y el uso de maquinaria, siendo los incendios ‘con dolo’, es decir, los provocados con intención de hacer daño, solo del 20%. En el balance de este año, aún pendiente, se esperan cifras en la misma línea. Y la tónica habitual en Galicia, explica a ABC la fiscal autonómica de Medio Ambiente, es «similar» a la del resto de España.
Quemas más restrictivas
Eiró, en su experiencia de 17 años como delegada de la Fiscalía de Medio Ambiente en Orense, y desde hace dos como coordinadora para toda Galicia, lo tiene claro. Para evitar imprudencias, los permisos para la quema de rastrojos «hay que plantearlos de otra manera». Especialmente en un año de sequía y temperaturas elevadas. Los permisos deberían «restringirse» y las quemas hacerse «con asistencia profesionalizada». «No podemos permitir que un señor de 80 años vaya con su mechero y su cubo de agua a quemar en su finca». Falta prevención. Eiró valora de forma muy positiva la inversión en nuevas tecnologías, como las cámaras de vigilancia instaladas por la Xunta, que, desde 2018 controlan el 54% del territorio; o los drones, útiles sobre todo a partir de la caída de la noche. Pero no es suficiente: «Hay que hacer una gestión forestal ordenada e invertir en prevención, que tiene que llevarse a cabo todo el año». Es cierto, añade, que la mayoría de los ayuntamientos cuentan con planes de prevención de incendios, «pero la mayoría están en pañales». Uno de los incendios de este verano de Trives, por ejemplo, amenazó a una estación de Iberdrola. Sin embargo, no afectó a las instalaciones porque la empresa había desbrozado en un radio de 50 metros o más. De no haberse limpiado la zona, la catástrofe podría haber sido «tremenda». Y, sobre los eucaliptos, dice que aunque es cierto que «arden con muchísima facilidad, tampoco hay que demonizarlos», pues otras especies no tan denostadas son también grandes transmisoras del fuego, como las mimosas, las acacias o los pinos.
Cuatro incendiarios presos
Aunque algunos todavía están en fase de investigación, el balance ya deja claro que la mayoría de los grandes fuegos de este verano tuvieron su origen, como se ha dicho, en causas naturales o imprudencias. Pero provocados por el mero hecho de hacer daño, también ha habido alguno. Los más sonados, los causados por tres jóvenes de Trives (Orense) que ya están en prisión provisional, a quienes los investigadores atribuyen una decena de incendios —cuatro en Lugo y seis en Orense entre 2021 y 2022, que se llevaron por delante unas 15.00 hectáreas. Lo de ellos fue «vandalismo puro y duro». Y los tres estaban coordinados de forma «total y absoluta», según desvelan las intervenciones. Aunque el más joven de los detenidos, un brigadista de 19 años, solo habría intervenido en un incendio, los investigadores creen que aportó a sus amigos sus conocimientos sobre los movimientos de las unidades de extinción. El Seprona inició esta investigación ya en 2021, pero se encontraron con grandes dificultades porque estos jóvenes, que en el juzgado se acogieron a su derecho a no declarar, conocían muy bien el territorio. Las nuevas tecnologías fueron fundamentales para vincularles con los mencionados incendios. Ahora, los agentes investigan si alguno de ellos es responsable de más incendios en el entorno de Chandrexa de Queixa en años anteriores.
Pero los tres jóvenes de Trives no son los únicos que están en prisión en Galicia por los incendios de este verano. También está en la cárcel de manera preventiva una mujer de 58 años como responsable de un incendio en Verín (Orense) que afectó a unas 840 hectáreas. Desde su coche, habría prendido hasta ocho focos la tarde del 3 de agosto. En su caso el motivo de porqué prendió fuego «no está tan claro». Eso sí, los investigadores descartan «intereses económicos ocultos».
Eiró también destierra la leyenda popular de que detrás de gran parte de los incendios provocados por la mano del hombre haya motivaciones económicas. Ni por intereses urbanísticos, pues los terrenos calcinados no pueden recalificarse en 30 años, ni tampoco madereros, ya que las autoridades intervienen la madera quemada.
Quienes queman el monte a propósito lo hacen, normalmente, por puro vandalismo. Aquí la fiscal de Medio Ambiente rechaza otro lugar común, el de la proliferación de pirómanos, entendiéndose como enfermos mentales que disfrutan con el fuego. «Pirómanos hay pocos, los detenidos este año no son pirómanos, son incendiarios al uso», concluye Eiró. Los enfermos mentales no tienen responsabilidad penal. Y, para el resto de incendiarios, la fiscal considera que el Código Penal establece penas «suficientes y proporcionadas», que, en los casos más graves y continuados, pueden alcanzar los 20 años de prisión.
«Decir que la mayoría son intencionados no tiene sustento probatorio»
«La mayoría son por causas naturales o la acción del hombre en trabajos agrícolas»
«No puede ser que un señor de 80 años vaya con su mechero y un cubo de agua a quemar en su finca»
«Pirómanos —enfermos mentales— hay pocos. Los detenidos este año son todos incendiarios al uso»
Por puro vandalismo. Ni por intereses urbanísticos, pues los terrenos calcinados no pueden recalificarse en 30 años, ni tampoco madereros, ya que las autoridades intervienen la madera quemada.

