Atrás Luis Huete, tras 35 años de ejercicio: “Hacerme fiscal fue un indudable acierto”

17 de enero de 2024

Luis Huete, tras 35 años de ejercicio: “Hacerme fiscal fue un indudable acierto”

Desde 2015 hasta el 13 de enero de 2014, Luis Huete Pérez ha sido Fiscal Jefe de la Fiscalía Provincial de Ciudad Real, una fiscalía a la que llegó en 1990 y a la que regresó en 2014 después de ejercer siete años (2007-2014) como Fiscal Adscrito al Fiscal de Sala de la Unidad de Siniestralidad Laboral de la Fiscalía General del Estado. El pasado sábado, a los 71 años, colgó la toga tras 35 años de ejercicio profesional como fiscal y otros 15 como ferroviario. Estos días anda desubicado, pero asegura con rotundidad que hacerse fiscal fue un indudable acierto. 

Pregunta.- ¿Qué sintió el lunes 15, el primer día que no tuvo que ir a fiscalía?
Respuesta.- Lo cierto es que no se describirlo exactamente. Desde hace unos días vengo experimentando una sensación rara, ni alegría, ni tristeza, pero el lunes fue especial, me veo desubicado, sin saber qué hacer. Espero que el periodo de adaptación no sea muy largo.

P.- ¿Recuerda su primer día de trabajo, su primera guardia?
R.- Me gustaría distinguir, mi primer día en las prácticas, con Soledad Cazorla como tutora, en los juzgados de la plaza de Castilla, con una gran ilusión. Fue un periodo breve, pero fructífero. Soledad me inició en la profesión con esa personalidad y ese carácter arrolladores que tenía y que transmitía.

En la Fiscalía de Cádiz, nada más tomar posesión con otros seis compañeros en febrero de 1989, se planteó la necesidad de que uno de nosotros hiciéramos los juicios del Juzgado de instrucción de San Fernando (los procedimientos de la L.O. 10/80), me ofrecí voluntario y quiero recordar con agradecimiento a Ángeles Ayuso (que fue Fiscal Jefa de Cádiz y que ya está jubilada), que se ofreció voluntariamente a acompañarme.
En relación con las guardias, en 1989 no había guardias o, por mejor decir, las guardias no eran como las actuales. Hasta que no entró en vigor la Ley Orgánica del Tribunal de Jurado, en noviembre de 1995, con la modificación del artículo 505 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, los Fiscales teníamos guardias livianas, por decir algo.

P.- ¿Qué balance hace de su trabajo en la fiscalía? ¿Se siente satisfecho?
R.- Si lo valoro desde el punto de vista personal, creo que me puedo sentir satisfecho. En lo que podía señalar como una primera fase de mi carrera, como Fiscal de Menores en Ciudad Real, participé, como muchos compañeros, en los debates previos a la publicación de la Ley Orgánica 5/2000, reguladora de la responsabilidad penal de los menores. Fue una época apasionante y, posiblemente, el inicio de una carrera de especialización del Ministerio Fiscal. Fue un momento de constante aprendizaje, con dos jefes de los que aprendí mucho y a los que me siento muy agradecido: Olayo González Soler y Francisco Moreno Carrasco.

A partir de 2007, como Fiscal Adscrito al primer Fiscal de Sala de Siniestralidad Laboral, Juan Manuel de Oña Navarro, contribuí al desarrollo de una especialidad muy importante para la carrera. A mi vuelta a Ciudad Real desde la Fiscalía de Sala tuve una magnífica acogida por quien ese momento ostentaba la jefatura de la Fiscalía Provincial, Jesús Caballero, del que recibí todo el apoyo, siendo una fuente de conocimiento para mí. 

Por último, como Fiscal Jefe Provincial de Ciudad Real, he procurado estar siempre a disposición de los compañeros, ser equitativo y solidario en la distribución de trabajo. En este tiempo tengo que mostrar mi agradecimiento sin límites a todos los compañeros y funcionarios de la Fiscalía, que siempre me han apoyado.

P.- ¿Satisfecho de todo entonces?
R.-
Desde el punto de vista de la Fiscalía, creo que no puedo mostrarme tan satisfecho. La posición de los fiscales en el procedimiento penal no ha variado desde el siglo XIX. Las sucesivas reformas de la Ley de Enjuiciamiento Criminal han ido en la línea de exigir una más activa intervención del Ministerio Fiscal en el procedimiento penal. Eso sí, manteniendo inalterable la responsabilidad de la investigación en el juez de Instrucción. 

No obstante, hay que decir que en el ámbito preprocesal, el Ministerio Fiscal ha consolidado una posición preponderante en investigaciones de suma importancia, como sucede en las Fiscalías Especiales contra la corrupción y contra la droga. En este punto, hay que destacar la reciente circular 2/2022, sobre la actividad extraprocesal del Ministerio Fiscal en el ámbito de la investigación penal, que regula las facultades y posibilidades investigadoras del Ministerio Fiscal. Sería deseable que esta orientación transcendiera a una nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal.

P.- Usted empezó trabajando como ferroviario. ¿Por qué decidió hacerse fiscal?
R.-
Siendo ferroviario decidí estudiar derecho con el afán de mejorar mi posición laboral. En el trabajo tenía jornada continuada, hasta las tres de la tarde y me matriculé en la Universidad Autónoma de Madrid, en turno de tarde. En mi época de estudiante no pensé nunca en que pudiera ser juez o fiscal, convencido, como estaba, de que esas carreras estaban destinadas a los estudiantes con mejores notas. 

Conocí a alguna persona que estaba preparando las oposiciones de acceso a las carreras judicial y fiscal y decidí preparar la oposición como medio para adquirir más conocimientos de derecho y sin tener claro si acabaría aprobando la oposición o no. Decantarme por la Carrera Fiscal, además de que fue la oposición que aprobé primero, fue una consecuencia necesaria de mi preparación con Fausto Cartagena, al que estoy sumamente agradecido. Pasado el tiempo, creo que fue un indudable acierto.

P.- ¿La fiscalía española funciona a alta velocidad o más bien es de media distancia?
R.-
Cuando tomé posesión como Fiscal Jefe, uno de los retos que me proponía era reducir el tiempo de tramitación del procedimiento. Desgraciadamente, no ha sido así. He tratado con el Colegio de Abogados de Ciudad Real de promover las conformidades con la idea de aligerar la carga de los Juzgados de lo Penal y de la Audiencia Provincial, pero no ha resultado suficiente. 

Desde mi punto de vista, uno de los problemas con las conformidades es que nuestra Ley de Enjuiciamiento Criminal se regula en el final y no en el inicio del procedimiento, de manera que la mayor parte se producen en la propia sala de vistas. La conformidad por reconocimiento de hechos del art. 779.1.5ª de la Ley Procesal ha tenido un escaso éxito y es proporcionalmente irrelevante en el cómputo total de conformidades. 

Pues bien, respondiendo a su pregunta y atendiendo al símil ferroviario tal y como se formula, la velocidad de la Fiscalía, que no puede ni debe ser considerada ajena a las vicisitudes del procedimiento, es más bien de media distancia. 

P.- En todos estos años de ejercicio, ¿cuáles cree que son los principales logros en la función del Ministerio fiscal y en qué cree que se debe mejorar?
R.-
Desde mi punto de vista, el principal logro del Ministerio Fiscal es la especialización. Crecí como Fiscal generalista y con dudas sobre las posibilidades de que la especialización pudiera ser implantada en Fiscalías de pequeño o mediano tamaño. La evolución en este campo ha sido vertiginosa y eso nos ha situado como referentes en la jurisdicción penal en las diferentes especialidades, incluyendo cada vez más materias. También en la jurisdicción civil, campo en el que las últimas reformas legislativas nos sitúan en una posición privilegiada para intervenir fundamentalmente en materia de discapacidad y de menores. A día de hoy, creo que estamos en inmejorable posición para asumir la investigación del procedimiento penal, contando con Fiscales preparados en todas las especialidades.

En cuanto al campo en el que debemos situar la posibilidad de mejora en la Carrera Fiscal, creo que hay que desarrollar la carrera profesional. No debía suceder que cuando un Fiscal llega a su jubilación siga haciendo los mismos juicios por delitos leves que cuando entró en la carrera. Considero que hay que pensar en una estructura con escalones intermedios, como sucede en la Carrera Judicial con las Audiencias Provinciales. Es difícil plantear este tema con la actual legislación orgánica y procesal, los cambios orgánicos deberían venir precedidos de los cambios procesales.

P.- A nivel personal, ¿con qué aspectos de su trabajo ha disfrutado más y con cuáles lo ha pasado peor?
R.-
Ya he anticipado que la época entre 1992 y 2001, durante los debates sobre la reforma de la legislación penal de los menores fue de una intensidad y de un nivel buenísimo. Creo que todas las reformas legislativas de alcance deberían venir precedidas de un debate similar, que, en cierta forma, vino motivada por la Sentencia 36/91 del Tribunal Constitucional que declaró inconstitucional el artículo 15 de la Ley de Tribunales Tutelares de Menores y que creó la urgencia de reforma legislativa que se plasmó en la Ley Orgánica 4/1992.

En cuanto a los momentos en que peor lo he pasado, en el aspecto personal, en los juicios de agresión sexual mantenida en el tiempo por los padres respecto de hijos e hijas menores de edad. Y en el aspecto colectivo, no puedo olvidar la pandemia del covid-19, durante el confinamiento, con noticias diarias de fallecimiento de ancianos en las residencias, sin capacidad de respuesta. Fue sumamente doloroso.

P.- ¿Qué cualidades cree que son necesarias para ser buen o buena fiscal?
R.-
Antes de responder a la pregunta, quería decir que un fiscal no nace, se hace. Quiero expresar que el hecho de aprobar la oposición no convierte al opositor en fiscal. Es el trabajo en la Fiscalía, el aprendizaje con los compañeros, el que te hace ser fiscal y amar la profesión. Dicho lo cual, una buen fiscal o una buena fiscal debe tener una mente dispuesta a aprender, pues hay que estar en constante reciclaje, en un tiempo en que el BOE prodiga las reformas legislativas, y debe tener una actitud de entrega necesaria para poder cumplir con el servicio público que ha depositado la sociedad en nuestra función.

En dos palabras, “aptitud”, que exige estudio constante, y “actitud”, pensando en devolver a la sociedad lo que la sociedad nos ha entregado.

P.- ¿Ha pensado ya a qué va a dedicarse a partir de ahora?
R.
- Por supuesto, dedicarme más a mi familia, a mi mujer, mis hijos y mis nietos. Pero no quiero abandonar el estudio del derecho, las reformas legislativas, sentirme vivo en este campo para no pensar que estoy acabado. ¿Para qué?, no sé, es posible que alguien precise conocer mi opinión sobre las materias a las que me he dedicado todos estos años. 

Por otra parte, tengo lectura de literatura atrasada que trataré de recuperar; además, si puedo, cooperar con alguna ONG y, por último, jugar algún día más al golf como medio para mantener, en lo posible, la forma física.


 
 

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