La Fiscalía General del Estado lamenta profundamente la pérdida de Juan Manuel de Oña Navarro, ex Fiscal de Sala Coordinador de Siniestralidad Laboral,  y quiere trasladar todo su cariño y más sentido pésame a su esposa y sus tres hijas, familia, compañeros/as y amistades.

Juan Manuel de Oña falleció el pasado lunes a los 80 años, causando una honda tristeza en todos sus compañeros. Era un fiscal muy querido y respetado, muy especialmente por quienes tuvieron la fortuna de trabajar con él. 

Ingresó en la Carrera Fiscal en 1969 y su primer destino fue la Fiscalía Provincial de Oviedo, desde donde se trasladó a Cádiz, fiscalía de la que fue Teniente Fiscal. En 1987, fue nombrado Fiscal Jefe de la Fiscalía Provincial de Almería en la que estuvo 19 años. En 2006 fue nombrado Fiscal de Sala Coordinador de Siniestralidad Laboral de la Fiscalía General del Estado, destino en el que permaneció hasta su jubilación en 2015.

Fue miembro del Consejo Fiscal entre los años 1987 y 1992.  Ejerció también la docencia como profesor tutor en la UNED y posteriormente como profesor asociado de Derecho Penal en la Universidad de Almería y era académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada.

Su trayectoria lo convirtió en un referente del Ministerio Público y del mundo jurídico en general, muy especialmente del almeriense, su amada tierra natal y donde ejerció gran parte de su vida profesional. Para hacerle justicia serían necesarios dos obituarios, uno sobre su trayectoria profesional y otro de su dimensión humana. Ambos se quedarán siempre cortos en elogios.

Era una persona de extraordinaria calidad humana, afable, cortés, cercano y de trato exquisito. Su preocupación constante por el bienestar de los demás lo hacía estar atento siempre a las necesidades de cualquier compañero.

Fiscal carismático y muy admirado, desempeñó toda su carrera con gran vocación y compromiso con el servicio público y con la ciudadanía. Quienes han tenido la suerte de conocerle como fiscal, afirman que no podría haber ejercido otra profesión en su vida, puesto que la dignificaba con orgullo las 24 horas de todos los días del año. 

Era un jurista magnífico, de una seriedad y rigor intachables. Fue maestro de todos, su talente humano y sus excepcionales conocimientos convirtieron sus sucesivos despachos en lugar de visita obligada cuando se suscitaba cualquier cuestión jurídica complicada. Tras pasar por ese despacho, viéndole intervenir con la toga puesta o, simplemente, compartiendo un café con él, terminabas sabiendo mucho más Derecho.

Juan de Oña, por su enorme calidad humana y excepcional trayectoria profesional, deja un imperecedero recuerdo y un ejemplo a seguir por todos.