Atrás Félix Pantoja. “Mi experiencia laboral me ha permitido conocer el valor de un Ministerio Fiscal comprometido con la defensa de los derechos, en plenitud de su mandato constitucional”

21 de diciembre de 2022

Félix Pantoja. “Mi experiencia laboral me ha permitido conocer el valor de un Ministerio Fiscal comprometido con la defensa de los derechos, en plenitud de su mandato constitucional”

Félix Pantoja comenzó a trabajar con 16 años, a la vez que estudiaba para Profesor Mercantil. Más tarde se licenció en Derecho y, a punto de cumplir los 33 años, se hizo fiscal. Ahora, que está a punto de alcanzar los 72, se jubila tras una extensa carrera que le ha llevado a Cádiz, Málaga, Gipuzkoa y Madrid, al Consejo Fiscal, al CGPJ, al Tribunal Supremo, a la fiscalía de Menores y a la de Seguridad y Salud en el Trabajo. No será precisamente trabajo lo que le falte a partir de 2023 porque, aunque las normas administrativas lo obliguen a concluir su vida laboral, nada puede poner límites a su compromiso cívico.

 

1.- ¿Por qué decidió hacerse fiscal?

Sinceramente no era mi propósito inicial. No tenía vocación. Para tenerla hay que conocer, sentir. Cuando uno comienza a pensar en preparar esta oposición, piensa en ser juez. Luego, las circunstancias de la oposición me llevaron a ingresar en la Carrera Fiscal, lo que me facilitó la vida. Porque al haber ganado Virginia, mi esposa, también la oposición, comprobamos que estando en ambas carreras siempre íbamos a poder estar en similares destinos, como así ha sido. El momento más delicado fue al ascender ella a magistrada, pero solicitó Magistratura de Trabajo (entonces era así) de San Sebastián y para mí fue sencillo pedir ir en comisión de servicio a la Fiscalía de Guipúzcoa. Era el año 1987 y la situación allí era especialmente difícil. Así que la vocación, o el interés o el compromiso con el trabajo, vino poco a poco, a medida que me integraba en el Ministerio Fiscal.

2.- ¿De qué etapa o actividad se siente más satisfecho? 

No sé si me voy a extender mucho. Pero la pregunta me provoca recordar mi primer destino en la Fiscalía de Cádiz, donde el Teniente Fiscal Juan Manuel Oña Navarro me enseñó cómo trabajar en una fiscalía donde todo esfuerzo era poco por la abrumadora carga de trabajo que soportaba por entonces. Y después en la de Málaga, compartiendo y aprendiendo a trabajar en el servicio público de la mano de compañeros como Luis Portero García, asesinado por ETA, o, posteriormente, en la de San Sebastián en los duros años 1987 a 1990, donde compartí con los compañeros las dificultades del momento y con referencia especial al entonces Fiscal Jefe Luis Navajas Ramos. También mi paso por la Sección de Menores de la Fiscalía de Madrid, bajo la dirección del Fiscal Jefe Mariano Fernández Bermejo.

3.- Su paso por Menores fue muy importante para usted.

Tuve la inmensa suerte y oportunidad de trabajar, primero en la redacción del borrador del Proyecto de la Ley 5/2000 de Responsabilidad Penal de los Menores con D. Francisco Bueno Arús, a quien debo hacer un recuerdo especial, y los profesores Antonio García Pablos y Vicente Garrido Genovés, incorporando la actividad instructora del fiscal por primera vez en un proceso. Y después, en su ejercicio, en una etapa de defensa de los derechos de los menores, tanto en el ámbito de los menores infractores, como en el de la protección, de los derechos reconocidos en la Convención de los Derechos del Niño, con especial dedicación a los menores extranjeros sin papeles, o a la defensa de la intimidad e imagen en los medios de comunicación. Todo ello fue muy enriquecedor en lo personal, pero sobre todo me permitió conocer directamente el valor de un Ministerio Fiscal comprometido con la defensa de los derechos, en pleno valor de su mandato constitucional y legal.

Toda esta experiencia en mi carrera ha hecho que pueda afirmar que esta parte de mi vida me ha hecho feliz. Lo que no quiere decir que no existieran momentos duros, de cansancio y desesperanza, de agobio. Pero es cierto que me ha permitido trabajar en y para algo que considero que merece la pena.

4.- ¿Qué cambiaría en el actual modelo de Ministerio Fiscal?

La verdad es que la definición constitucional es muy adecuada. Defender los derechos de los ciudadanos y el interés público, y llevar a los tribunales el interés social. Y hacerlo con imparcialidad e independencia. Y a este respecto interés público e interés social son conceptos sobre los que conviene meditar, especialmente desde el propio Ministerio Fiscal, para orientar su actuación y ajustar el modelo. No se debe olvidar que no existirá la imparcialidad que exige la ley para su actuación en defensa de esos intereses, por muy objetiva e independiente que se proclame, si el resultado de la actuación en el servicio público de la justicia, por igual que fuera para todos los sectores sociales, produjera, o contribuyera a producir, resultados desiguales. Habrá que meditar para avanzar en estas consideraciones.

5.- ¿Por qué cree que la Justicia parece no tener arreglo?

Porque adolece de los mismos defectos e insuficiencias que el resto de servicios públicos esenciales, como la sanidad o la educación. Aquí agravado porque, a veces, los actores principales del servicio público no entienden la función pública para considerarse poder. El poder solo lo concede la ciudadanía para resolver el conflicto planteado, al firmar la sentencia, o al formular la acción pública ante los tribunales. Y es un poder derivado y concedido por la soberanía popular que es la que establece el marco legal.

6.- ¿Le parece que las y los fiscales tienen una formación adecuada?

Desde luego teórica, quién lo duda después de tan dura etapa preparando la oposición. Pero seguro que falta experiencia de la vida y, a veces, parece que falta comprensión de cuál es su papel en la sociedad democrática. La formación debe ir dirigida a asentar su condición de trabajadores públicos a los que el Estado encomienda una delicada tarea, pero que no es menor que la que ejercen otros trabajadores, sin ir más lejos los de la sanidad o de la educación, por poner una referencia evidente.

7.- Recientemente ha apadrinado a los abogados fiscales de la 60ª promoción. ¿Qué tres cosas cree que hacen falta para ser un buen fiscal o una buena fiscal? O más de tres…

Probablemente nada distinto a lo que debe exigirse a cualquier otro trabajador de la función pública. Competencia en su tarea; comprensión con el ciudadano que acude de diferentes modos y maneras a la justicia, es decir empatía; acercarse a comprender la complejidad de la vida; respeto a la ley, que en el caso de los fiscales es lo que exige la Constitución y el Estatuto Orgánico, es decir defender los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, y procurar ante los Tribunales la satisfacción del interés social. Estas consideraciones expresadas sin orden de más importantes a menos. Todas lo son, a mi juicio, por igual.

8.- Desde 2020 ha sido Fiscal de Sala de Seguridad y Salud en el trabajo. ¿De qué se siente más satisfecho y qué cree que queda por hacer en este ámbito desde la Fiscalía?

Me siento satisfecho, con las dudas que todo proceso personal ofrece, de haber podido contribuir a avanzar un poco en la consideración y reconocimiento social de las asociaciones de víctimas de accidentes de trabajo. Y me siento satisfecho con los estupendos compañeros que hay en la Unidad, de haber compartido ilusiones por avanzar en la configuración de un Ministerio Fiscal consciente de la realidad social del mundo del trabajo para mejorar la actuación en la defensa del interés público en el ámbito de la especialidad. Y cuando hemos tratado de hacer el trabajo diario bien y de mejorar los derechos de los trabajadores. En el grupo de compañeros y compañeras incluyo a los fiscales adscritos, a los de la red, y a las personas encargadas de las tareas administrativas sin cuyo trabajo no hubiéramos hecho nada. En definitiva, de haber tratado de ser útiles a lo que el Estado pide al fiscal. Si lo hemos conseguido, entonces podremos, podré, estar, de verdad, satisfecho.

9.- ¿Y lo que queda por hacer?

En cuanto a lo que resta por hacer, pues muchas cosas. Y así debe ser en una concepción dinámica de las instituciones para cumplir con el mandato constitucional y legal. Tal vez, por citar algo que he reiterado este tiempo, es configurar una unidad integral de defensa de los derechos de los trabajadores. De todos, sin excepciones de nacionalidad, y con atención a colectivos muy al margen y especialmente feminizados. Proponer al Ejecutivo una más acertada definición de los tipos penales que defienden el bien jurídico de un trabajo seguro y digno; promover un gran pacto social y político que implique un compromiso por la seguridad física, dando la relevancia que tienen los accidentes en el trabajo, que nos son “inevitables” ni “accidentales”, sino que están íntimamente ligados a la falta de formación y seguridad, algo propio del trabajo precario. Y dar mayor visibilidad a las asociaciones de víctimas que, aunque no son las que determinan la política criminal, sí tienen derecho a la comprensión social y a la justa reparación. Desde el Ministerio Fiscal se puede y se debe trabajar por la dignidad en el trabajo, algo esencial en la vida de las personas.

10.- Después de toda una vida de actividad laboral, ¿tiene ya pensado a qué va a dedicar su tiempo?

Ya se verá. La vida es así. Y llegando a la hoja roja de la vida, como escribe Miguel Delibes, no dejar de caminar y acertar con el camino, sea este como haya de ser.

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