Atrás Entrevista de ABC a Pablo Varela: "Los nuevos narcos gallegos: más discretos, sofisticados y eficaces"

14 de xuño de 2022

Entrevista de ABC a Pablo Varela: "Los nuevos narcos gallegos: más discretos, sofisticados y eficaces"

Entrevista de ABC al Fiscal Antidroga de Pontevedra, Pablo Varela

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Los nuevos narcos gallegos: más discretos, sofisticados y eficaces

Las redes extranjeras recurren a la «fiabilidad» de las lanchas que fabrican sus astilleros y a la pericia de traficantes locales para pilotarlas

Autor: Jesús Hierro (Pontevedra)

Fotógrafo: Miguel Muñiz

La incautación en noviembre de 2019 en la Ría de Aldán (Pontevedra) del primer 'narcosubmarino' de Europa -en realidad, un semisumergible- supuso una «bofetada de realidad». Los investigadores habían visto introducir cocaína por la costa de todos los modos imaginables: en pesqueros, veleros, mercantes, camuflada en contenedores. Y, por supuesto, en 'narcolanchas', de las que muchos de los contrabandistas gallegos -los históricos capos, pero también los contemporáneos- son pilotos contrastados.

El semisumergible fue un toque de atención, explica a ABC Pablo Varela, el fiscal Antidroga de la provincia de Pontevedra. Pero «no debería serlo menos» el descubrimiento, el pasado mes de abril, de un astillero ilegal oculto bajo el suelo de una nave de un polígono industrial de Vilanova de Arousa (Pontevedra) con un nivel de sofisticación sin parangón para la fabricación de 'narcolanchas'.

El mismo diseño de la nave permitía que el suelo de hormigón pudiera levantarse -con una grúa- para fabricar y ocultar bajo tierra las embarcaciones, e incluso poder hacer, allí mismo, pruebas de flotabilidad. «La especialización y la eficiencia productiva de estas organizaciones es superlativa», explica Varela a este diario. Y si se ha descubierto un astillero con este nivel de desarrollo tecnológico, lo lógico sería que hubiera más.

«Fiabilidad contrastada»

Las lanchas gallegas, de «fiabilidad contrastada», se exportan para usarse en el Estrecho, por ejemplo, pero también en rutas transoceánicas. Varela no se atreve a aventurar el peso exacto de los astilleros clandestinos gallegos respecto al total de España. Eso sí, «ocuparían un puesto relevante en el podio, tanto por su especialización como por el porcentaje de embarcaciones producidas».

Su demanda por parte de organizaciones de otras latitudes es muy alta, sobre todo para el tráfico de hachís y cocaína. Los barcos se compran y se producen a gran escala. La técnica de estas organizaciones es adquirir «cuantas más, mejor». Así, menos les importa que alguna de ellas sea incautada.

El precio de estas lanchas punteras, que montan cuatro o cinco motores de 250 o 300 caballos, no bajaría de los 300.000 euros en el mercado. Y la fabricación de las mismas, cuyo ensamblaje se completa en diferentes localizaciones, es un negocio en sí mismo. Por suerte, los investigadores cuentan desde 2018 con una nueva herramienta legal contra estas embarcaciones: la simple prohibición de las mismas. Y es que, como explica Varela, «si uno está fabricando una guillotina, sabe para qué sirve la guillotina. Si uno está fabricando una embarcación de este tipo, no puede decir que no sepa para qué es: solo sirven para una cosa».

Otra cuestión que preocupa: cómo los traficantes gallegos trabajan como «avezados pilotos» de este tipo de lanchas, en travesías transoceánicas y en el Estrecho. A veces, prestando una suerte de «servicios combinados» a determinadas organizaciones criminales; otras, a modo de agentes 'freelance' para misiones concretas. La puntera fabricación de narcolanchas y el competente pilotaje gallego son «dos fenómenos que van muy ligados». De hecho, en las últimas operaciones se han detenido tanto a responsables de la producción y distribución de la droga, como del pilotaje y la construcción de los barcos. «En ocasiones, son del mismo grupo».

Los narcotraficantes gallegos son ahora más discretos. Lejos queda la pornográfica ostentación de los históricos capos. «Han comprobado que eso no les beneficiaba en nada», reflexiona Varela, que lleva un lustro al frente de la Fiscalía Antidroga de Pontevedra, que sigue siendo la 'zona cero' del tráfico de drogas en la región.

Sin embargo, como confirma la sofisticación y el auge de los astilleros ilegales, los traficantes ahora cuentan con una mayor «capacidad de especialización y de adaptabilidad» a las necesidades concretas de cada operación. Son capaces de desarrollar distintas operaciones al mismo tiempo, combinando servicios y colaborando con varias organizaciones a la vez. «Se han atomizado, tienen una capacidad operativa mucho mayor y, por lo tanto, suponen un peligro multiplicado». Ahora, los traficantes, los gallegos y el resto, están muy «interconectados» entre sí, operando en red y con unos medios tecnológicos que dificultan las investigaciones.

Objetivo: su patrimonio

¿La situación en Galicia, es, por tanto, peor que hace tres décadas? «No sé si estamos peor, lo que está claro es que para estar mejor necesitamos incrementar recursos personales, materiales y nuevas fórmulas procedimentales de instrucción», reflexiona el fiscal Antidroga pontevedrés.

Acabar con el narcotráfico es inviable, pero se trata de «contener, acotar e impedir la multiplicación de la actividad de estas organizaciones, y que no tengan la afectación social que en los años 80 pudo llegar a tener». Y, para ello, no hay «soluciones mágicas», pero sí -cree Pablo Varela-, deberían cambiarse ciertas dinámicas en la lucha contra el narcotráfico. Es esencial, y se hace cada vez más, que las policías y la justicia de los países implicados trabajen de forma coordinada. Pero también serían mejorables otras inercias: dejar de centrarse solo «en la incautación de cargamentos» y, sin renunciar a ello, buscar fórmulas para «levantar el velo de las estructuras financieras» y patrimoniales de las organizaciones.

«Debemos pensar si, tras contener su sobredimensionamiento, hemos podido alcanzar sus ganancias patrimoniales. La respuesta es que no». Con una instrucción más ágil, se neutralizarían más fácilmente sus patrimonios.

La concienciación de la sociedad gallega fue clave para la lucha contra el narcotráfico. Ese cierto prestigio social del que gozaban los capos de antaño ha desaparecido, pero el fiscal Antidroga de Pontevedra considera que queda camino por recorrer: «En ocasiones se banaliza la importancia o la trascendencia de estas organizaciones, y ahí es donde puede haber una tarea pendiente».

En cuanto al consumo de sustancias, por supuesto, pero los efectos perniciosos del crimen organizado no son solo sociosanitarios, sino también de orden socioeconómico. Nos afectan a todos. La competencia desleal de sus negocios, por ejemplo. «Si compras un bar, una batea, un piso en según que pueblos, y tienen unos precios inalcanzables, es por algo. Porque alguien ha venido a comprar el bar, la batea, el piso, gracias a la ganancias ilícitas del narcotráfico».

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